El rol protagónico de las generaciones de futbolistas profesionales de Venezuela de las décadas de los 60 a los 80 en la lucha por la dignidad de su profesión.
Testimonio Personal
Quiero comenzar agradeciendo a todos los exjugadores que hace un par de semanas dejaron una conversación muy interesante en la comunidad digital de Venezuela Fútbol, aunque incluyera comentarios extemporáneos e injustos, sobre lo difícil que era el fútbol venezolano durante las décadas de los 60 a los 80.
Lo agradezco porque la historia del fútbol profesional venezolano que representamos, esa misma que nos une para siempre y que se plasma día a día en esta hermandad digital de exfutbolistas, es una historia “tejida” con el sudor de todos nosotros, sin importar el lugar de nacimiento de quienes la hicimos, el equipo en el que jugamos o el lugar de la tabla de clasificación en el que quedamos.
Es una historia transcrita en el tiempo con la ayuda de estadísticas o viejos reportes de partidos o hazañas, pero que solo puedes ser validada con el testimonio de cada uno de nosotros, en formas de cuentos y anécdotas, buenas y no tan buenas, de una vida alrededor del balón que de alguna manera se convirtió en la razón de nuestras vidas y las de mucha otra gente que aman al fútbol venezolano.
Pero nuestra historia como futbolistas de esas décadas no es solo lo que paso dentro de las canchas. Es también la historia de lo que sucedía por fuera. Es una parte de lo que vivimos que no es fácil de contar, que no se describe con goles o estadísticas de juego, sino con testimonios que describan las dificultades que le toco enfrentar a esas generaciones para poder ejercer su profesión en Venezuela.
Esa parte de nuestra historia no es algo fácil de contar bien podría ser descrita bajo el titulo de “la historia por la dignidad de la profesión de futbolista profesional en Venezuela”. Es una historia “tejida” con muchos cuentos aún sin contar, anécdotas duras que describen la difícil realidad de nuestro fútbol en aquellos años en los que nuestro fútbol profesional comenzaba a gestarse, y corresponde, por ende, al periodo de nacimiento y consolidación formal de la profesión en el país.
Esa etapa fue difícil tanto para el extranjero, que dejaba su país para apostar con su carrera por nuestro incipiente fútbol, como para el criollo, que enfrentaba un entorno profesional lleno de dificultades para poder ejercer su profesión en su propio país. Quizás por ello esta hermandad de jugadores es aun mas fuerte.
No hay estudios, ni estadísticas o resultados publicados que describan aquello plenamente. Por lo que, esta fundación, este canal y estas conversaciones entre nosotros son tan importantes. Nuestros testimonios y nuestras voces de protagonistas son el único mecanismo con el que podemos rescatar todas las dimensiones de nuestra historia, buena y no tan buena.
Por ello mismo quiero aprovechar esa discusión entre hermanos de la semana pasada para llevar esa discusión a otro plano y dejar aquí plasmado mi testimonio de ese ángulo poco comentado de la historia de aquellas generaciones pioneras: Su importancia en la lucha por la dignidad del jugador venezolano como profesional.
Crecí en las canchas y estadios de fútbol de Caracas durante la década de los 60, viendo y admirando futbolistas venezolanos hacer maravillas cada fin de semana en partidos de fútbol. Mientras mas los veía, más aprendía y más quería ser como ellos.
Para finales de la década de los 70, aun muy joven, mi sueño de ser futbolista profesional en Venezuela se cumplió. Debuté en Mérida con apenas 17 años. A los 18 años culminé la temporada siendo elegido como el “futbolista del año” de la liga y cobrando lo que equivalía mas a una beca estudiantil que un salario digno para uno futbolista profesional.
Cuando me tocó negociar el contrato para la nueva temporada, pedí que se me diera un salario equivalente al que le deban a mis compañeros extranjeros quienes, por cierto, también me habían aconsejado que eso era lo que merecía. La respuesta del dueño del equipo fue fulminante cuando me dijo “aquí nunca se le pagará al jugador venezolano lo que se le paga al extranjero”.
Aquella respuesta me pareció hasta injuriosa y di por terminada aquella negociación. Salí de ahí preguntándome además como es que uno podía ganarse una vida digna en esas condiciones, pero mas preocupado aun cuando observaba que varios de mis compañeros, muchos padres de familia y mayores que yo, podían ser tratados de esa manera. Mi decisión entonces fue la de asumir el reto que debía hacer lo que pudiese para cambiar esa realidad.
Mientras mas constataba e investigaba cuales eran la condición en la que el futbolista profesional de esa época ejercía la profesión, mas me convencía de que todos aquellos jugadores de la llamada “época del fútbol de colonias” eran y son para siempre, unos héroes. Lo digo por todos, criollos o extranjeros.
Durante los 70, década de creciente prosperidad en Venezuela, la inversión en el fútbol fue asumida empresarios, en su mayoría inmigrantes, amantes del fútbol. La mayoría solo conocían el fútbol como fanáticos en su país de origen, por lo que era común que carecieran del conocimiento necesario y la visión a largo plazo para la creación de un fútbol profesional estable y próspero en medio de aquella Venezuela en bonanza petrolera.
La apreciada inversión de aquellos emprendedores, que sin lugar a duda debe ser entendida también como una importante contribución a la fundación del fútbol profesional en Venezuela, se fundamentaba en la apuesta por el jugador extranjero como el factor de valor de la franquicia y una gestión casi caprichosa de los equipos y la competición. Aquellos criterios desatinados de inversión generaban un ambiente profesional lleno de irregularidades e inseguridades laborales para todos los jugadores, pero sobretodo, para el jugador criollo.
Con el permiso de aquellos otros compañeros que venían del extranjero, permítanme que a continuación me enfoque en lo que esas décadas representaban principalmente para la generación de futbolistas venezolanos, que a mi consideración fueron siempre un grupo de “rebeldes con causa” o “profetas del fútbol en su propia tierra”.
Hoy día reconocemos lo dificilísimo que era para un jugador venezolano llegar a ser considerado como jugador de fútbol profesional en esa época. Entonces existían menos equipos de fútbol profesional y los pocos equipos que había solo jugaban con apenas a dos o tres jugadores criollos en sus alineaciones.
Lo que aun no se aprecia en su totalidad es que, en medio de una de las épocas de mayor bonanza económica en el país, lo mas difícil para el jugador de fútbol venezolano era mantenerse en esas circunstancias. No solo debía demostrar un rendimiento de calidad superior para poder permanecer, sino que además era sometido a una injusta realidad salarial que se acentuaba aun mas cuando se comparaba al salario de su par extranjero.
Y atreverse a reclamar un pago digno o el respecto de sus derechos como profesional significaba, en la mayoría de los casos, hasta la repentina culminación de la carrera del jugador que se atreviera a hacerlo. Ejercer su profesión en aquella época como criollo representaba una gran inestabilidad y un trabajo con poca o ninguna protección legal o gremial.
Como si ello fuera poco, durante aquella época, el fútbol nacional despertaba poco interés mediático y, por lo tanto, era prácticamente inexistente para la televisión. Lo que se publicaban lo medios impresos era relativamente escaso y muchas veces, impreciso. Mi carrera esta llena de anécdotas de incidencias reportadas erróneamente que aun hoy en día tengo que aclarar.
En aquella condición, jugar al fútbol profesional no era una situación de conveniencia para ningún jugador venezolano. El bajo salario y la inestabilidad laboral de entonces pronosticaban una carrera con un presente muy duro y un futuro aun mas ingrato para la gran mayoría. Por ello, para un gran numero de los jugadores criollos de entonces, decidirse a aceptar una invitación de un equipo profesional constituía mas un acto de rebeldía, de amor al fútbol, que un acto de sabiduría ante una oportunidad.
Muchos de jugadores venezolanos de entonces complementaban su carrera de futbolista con una carrera universitaria. Ello es algo que resaltan hoy día como si ello fuese fácil, como si no se percibiera el extraordinario sacrificio que requería llevar esa doble vida, o como si a la mayoría de esos jugadores no le hubiese gustado dedicar sus vidas solo al fútbol. Esa doble dimensión de aquellos jugadores demostraba en realidad solo una cosa, que aquellos jugadores eran capaces de hacer cualquier sacrificio para justificar su sueño de ser futbolista profesional.
Lo mas duro, algo de lo que casi no se habla, es que muchos jugadores de esas generaciones, jóvenes que apostaban con su vida a esa novel profesión, algunos hasta padres de familia, terminaban sus carreras sin ningún tipo de beneficio, explotados por el sistema. Aún hoy en día, el jugador profesional de fútbol de Venezuela carece de un fondo o programa de asistencia para asegurarle un retiro digno.
Por todo ello reitero, para mis todas esas generaciones de jugadores son unos héroes. Porque muy a pesar de esas circunstancias tan adversas fuera de las canchas, el jugador criollo emergía y demostraba su calidad dentro de ellas. Jugadores como Luis Scovino, Fredy Ellie, Richard Páez, Luis Marquina, Iván García o Luis Mendoza, por nombrar algunos, quienes, junto a otros criollos y quizás más extranjeros, contribuían con su juego a escribir con goles la historia de nuestro fútbol profesional de entonces. ¡Y ello a pesar de lo duro que era el campeonato nacional o salir a enfrentar equipos fuera del país!
Por eso, al mirar hacia atrás desde la perspectiva del ahora, solo es posible hacerlo desde el agradecimiento a esas generaciones de futbolistas y el respeto por sus historias. Sus carreras no se hicieron solo en las canchas, ellos son también ejemplos de la historia de la lucha del jugador venezolano contra las adversidades y por la dignidad del futbolista profesional venezolano.
Como decía antes, el solo hecho de decidir firmar con un equipo era ya un acto de rebeldía. Quizás eso era entonces su forma de encarar la vida como generación. Lo cierto es que aquellas generaciones de jugadores demostraron también un incipiente activismo gremial aun y cuando, reclamar tales injusticias podía significar entonces hasta que les truncaran sus carreras.
Los primeros intentos de transformar ese activismo en una organización que ayudara a mejorar la situación laboral de los jugadores se dieron a finales de los 70 y a principio de los 80. Glorias de nuestro fútbol de aquellas generaciones como Eddie García, Luis Mendoza, Richard Páez y Luis Marquina encabezaron varios movimientos gremiales que no se pudieron cristalizar debido a las amenazas laborales de la dirigencia.
Ante aquella amenaza constante de la dirigencia, era evidente que la única manera de crear una organización que defendiera los derechos de los jugadores se tenia que hacer con protagonistas que no pudiesen ser afectados por las medidas negativas de la dirigencia. Siguiendo ese criterio, un grupo de exjugadores nos unimos en 1988 para crear y fundar la Asociación Única de Futbolistas Profesionales de Venezuela, la asociación sin fines de lucro que desde entonces trabaja para proteger los derechos de los jugadores profesionales en Venezuela y que aun hoy continua su llamado a la unión de todos los futbolistas por el bien de su gremio.
El nacimiento y existencia de esa asociación, sin mas ayuda que la de los mismos exjugadores fundadores, representó un antes y un después en el fútbol nacional. Por mas incipiente que fuese la organización gremial entonces, su aparición en el universo del fútbol nacional hace 32 años representó el comienzo de una etapa de reconocimiento al talento nacional, y una fuerza en el juego de la política del fútbol indetenible por el bien del fútbol nacional.
Activar a los jugadores profesionales en su gremio a los finales de la década de los 80 y durante toda la década de los 90, resultó todo un reto para aquella naciente organización. Grupos de exjugadores fundadores de la asociación recorrimos el país e hicimos toda clase de esfuerzos solicitando a los jugadores de los equipos de futbol profesional de entonces que se registraran y se activaran en su naciente gremio.
La reacción de la nefasta dirigencia federativa de entonces fue hacer todo lo que podía por dividir al gremio e intimidar a todo jugador que aspirase dignificar su profesión. Los ciclos de Copa América y eliminatorias al mundial inmediatamente posteriores al nacimiento de la asociación se convirtieron en ejemplos de la oprobiosa saña de la Federación en contra de la carrera de cualquier jugador venezolano que pretendiese un tratamiento mas digno.
La primera clara demostración de aquella destructiva política federativa en contra del crecimiento del jugador venezolano sucedió en 1989, en vísperas de la Copa América. En aquella ocasión, dos de los jugadores mas representativos de sus generaciones, Franco Rizzi, quien entonces apenas tenia 23 años y Daniel Nicolak, fueron apartados de la selección por exigir un trato mas digno para todos los jugadores de la selección. Hay que considerar además que ambos jugadores venían de ser premiados con el máximo reconocimiento de jugador del año de la temporada anterior.
Dos años mas tarde, en 1991, en vísperas de la siguiente copa américa, el solo hecho de haber liderado una negociación por mejores condiciones para todos los miembros de la selección para ese ciclo, significo el final de la carrera con la selección a cuatro jugadores de mayor proyección e importancia para esa época: Roberto Cavallo, quien con apenas 23 años también venia de ser nombrado futbolista del año la temporada anterior, Carlos Maldonado, Laureano Jaimes, y Andrés Paz.
Para finales de los 90 muchos de los que lanzamos el gremio entendimos además que había que llevar esa lucha por la dignidad del futbolista a otro nivel. Por ello creamos, en el 2000, hace exactamente 20 años, la organización Fútbol Mejor, una organización que canalizaría el movimiento por la dignidad y el mejoramiento de fútbol nacional que mayor impacto ha causado en Venezuela.
Y gracias a Fútbol Mejor hoy tenemos pruebas de aquel cambio que se estaba gestando. De entrada, no existe mejor muestra de la cultura que enfrentaba en esas décadas el futbolista venezolano que el mismo video promocional del Fútbol Mejor. Aquel video, que pueden ver en este enlace, es una muestra fidedigna de la cultura que enfrentábamos el fútbol profesional venezolano aun en el año 2000.
En aquella época, cuando aun no existían las redes sociales, teníamos que ir por toda Venezuela en persona para diseminar aquel mensaje. Recorrimos todo el país de presentación en presentación, buscando educar a cuanto venezolano nos escuchara para concientizarlos en la necesidad de soñar con un mejor fútbol para Venezuela.
La columna de opinión del maestro Cristóbal Guerra en la que describía el evento de presentación de la “Fútbol Mejor” puede que sea quizás la mejor evidencia de como el nacimiento de aquella organización representaba quizás, la graduación definitiva de aquellas generaciones de jugadores como activistas de su profesión en un período aun más complicado para luchar por la dignidad de su profesión.
“FÚTBOL MEJOR SE lanza por los siempre difíciles caminos del fútbol venezolano” escribe Cristóbal Guerra en su articulo. “y a diferencia de otros movimientos del pasado, se ha iniciado en medio de un respaldo poco común. Fuimos sorprendidos cuando el miércoles de esta semana entramos a salón Acacia del hotel Caracas Hilton, no solo por lo cuantioso de la asistencia, sino por la calidad de los asistentes. Antiguos jugadores de selecciones nacionales -Luis Mendoza, Pedro Febles, Memín Sánchez, Nelson Carrero y unos cuantos tipos más- resaltaban en aquella marejada de gente de fútbol, donde también respiraban dirigentes de asociaciones y representantes de medios de comunicación de diversas regiones del país. La historia reseña otros movimientos regidos por el mismo espíritu de cambio y cosa nueva pero que terminaban desinflándose a los pocos días, mas nunca como esta vez se había visto el respaldo y las convicciones.”
Aquella columna de Cristóbal, cuya copia pueden encontrar en este enlace, culminaba su análisis con unos comentarios que al revisarlos hoy día parecen advertencias de lo que enfrentábamos y lo que haría después uno de los lideres de esa generación para terminar de cambiar aquella cultura de desarraigo con la que se percibía el fútbol en Venezuela y a sus futbolistas.
El primer comentario parecía premonitorio de una historia que estaba a punto de suceder pero que nadie anunciaba. “DIAS ATRAS SE habló de la designación de Richard Páez para la dirección de las selecciones sub/20 y sub/23, mas nada se ha concretado.”
Seguidamente advertía Cristóbal lo imprevista que era aquella noticia cuando resaltaba “Nos resultó un movimiento inesperado, una vez que el año pasado la Federación desechara la idea de convertirlo en director técnico de la selección absoluta, después de haber establecido conversaciones que entonces parecieron serias.”
Un tiempo después de aquel evento de salida en Caracas, Fútbol Mejor hizo su presentación en Mérida. En dicha presentación Richard anunció que el también era uno de los lideres de aquel movimiento por el rescate de la dignidad de nuestro fútbol que estaba creciendo por Venezuela. No había pasado aun ni un mes de ese anuncio en Mérida, para que el recibiera la oferta oficial para que se hiciese cargo de la selección absoluta.
Lo que sucedió después de aquel nombramiento de Richard como seleccionador nacional ya es una historia conocida y representa una profunda evolución desde la cancha del fútbol venezolano. Pero el articulo de Cristóbal a la salida de Fútbol Mejor culmina con una ilustración de lo duro y hasta oscuro que era lo que enfrentábamos con el advenimiento del nuevo siglo.
“Bien se sabe que el DT José́ Omar Pastoriza iba a ser removido tras la caída en la Copa América del año pasado, pero el espaldarazo dado por la Federación, después de que Torneos y Competencias (empresa argentina que maneja a la televisión suramericana, y por tanto la que paga a las selecciones nacionales) "recomendara" su permanencia en el cargo.” Con ese párrafo Cristóbal describía una realidad de cómo los entrenadores de nuestras selecciones en aquella época eran impuestos por empresas que poco les importaba el desarrollo del fútbol venezolano.
Lo mas doloroso de constatar en esa columna, visto desde lo que sabemos hoy día, es que ese dato provisto por esa columna detallaba una realidad escondida aun más grande y oscura a la que enfrentábamos entonces. Mas grande porque ese dato señalaba que la economía del fútbol internacional crecía con fuerza y alimentaba con sus intereses a las federaciones. Y mas oscura porque esa empresa extranjera que manejaba parte de aquella economía es también uno de los actores principales en el gran escandalo de corrupción hoy conocido como el FIFAGATE. Caso que también sabemos tiene entre sus protagonistas también al máximo directivo de la federación venezolana de entonces.
Es importante remarcar además que Fútbol Mejor no solo tuvo que enfrentar ese obscuro paredón que representaba la creciente corrupción federativa durante la primera década del 2000, sino que además le tocó encarar unas elecciones Federativas viciadas que significaron el comienzo de la asociación de aquella corrupta administración federativa con el actual régimen que gobierna el país alrededor de la organización de la Copa América del 2007.
Aquel evento representa la mayor inversión de fondos que haya evidenciado organización alguna relacionada con el fútbol venezolano en su historia y aspectos de carácter internacional de la misma fueron parte de la investigación que llevó al máximo presidente de la federación en ese entonces a declararse culpable de corrupción ante la justicia norteamericana en el caso de FIFAGATE.
Como si ello fuese poco, aquella nueva y profundamente viciosa alianza de la federación con el régimen representó además el comienzo de una lenta pero efectiva inserción de la política partidista en la federación, proceso que además de inhibir toda investigación de corrupción paralela a la internacional por el caso FIFAGATE, significó también la desnaturalización de la gestión federativa para ponerla al servicio de los intereses de la política partidista del régimen.
Esa oscura realidad es la que impidió que Fútbol Mejor y esas generaciones de futbolistas que luchaban por la dignidad del futbolista, pudieran contribuir aun más por el bienestar del fútbol nacional. Inclusive, a consecuencia de esa lucha, varios de los que lideramos ese movimiento no nos quedo otra alternativa que emigrar a consecuencia de los ataques a nuestra seguridad y numerosas adversidades que tuvimos que vivir en consecuencia de aquella nueva realidad. Pero nos queda el orgullo que el movimiento por la dignidad del futbolista venezolano continua aún en el país, a pesar de las adversidades, gracias a la renovación del esfuerzo en las nuevas generaciones de futbolistas venezolanos.
No existen frases mas oportunas como las utilizadas por Cristóbal para culminar su columna de entonces para terminar también este articulo: “y la identidad que el fútbol venezolano tanto necesita, iniciará su impostergable proceso. Nos vemos por ahí́.”
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